El mar fue cómplice de un sueño largamente acariciado…
Con motivo de la celebración del Día del Amor y la Amistad, Yeferson Arzuza quiere sorprender a su esposa Marcela Cañarete, compartiendo con nosotros esta linda historia de amor.
Lo que a simple vista hubiera podido parecer un capricho pasajero de un jovencito de 16 años de edad, es hoy testimonio de un amor de pareja que se consolidó varios años después.
Yeferson Arzuza y Marcela Cañarete son dos compañeros de trabajo que laboran en la Gerencia de Sistemas de Información y en la Secretaría de Movilidad, respectivamente, cuya historia de vida es oportuno compartir con nuestros lectores, en este mes especial dedicado al amor y la amistad.
Aunque ellos se habían conocido en la universidad San Martín donde estudiaron Ingeniería de Sistemas, el noviazgo surgió cuando se reencontraron en la Alcaldía, tres años después de graduados.
Se casaron el 12 de septiembre del año pasado de cara al mar Caribe, el mismo mar ante el cual Yeferson le había propuesto matrimonio a Marcela tres años antes, en medio de una cena romántica, entre pétalos de rosa y promesas de amor.
Yeferson relata que desde el primer día de clases al conocer a Marcela sintió un sentimiento especial que perduró en el tiempo, sentimiento que no le manifestó por respeto a la relación que ella sostenía con otro joven, razón por la cual se conformó con su amistad. A pesar de que sus compañeros de clase y profesores estaban al tanto de sus sentimientos, fueron tan discretos que Marcela solo lo supo recientemente, una noche de estas, cuando Yeferson decidió contarle todo ese sentimiento guardado durante tantos años.
“Aunque hubo momentos en mi vida en los que pensé que ese amor que siempre he sentido por Marcela no llegaría a concretarse, no perdía la esperanza. Y mira que cuando menos lo esperaba, Dios me sorprendió poniéndola en mi lugar de trabajo en el momento perfecto, tres años después de habernos graduado en la universidad”, recuerda ahora visiblemente emocionado.
La relación sentimental que comenzó un par de meses después de ese gran encuentro en la Alcaldía, promete ser una auténtica historia de amor que en perfecta armonía habrá de perdurar en el tiempo.
En cuanto a todos esos momentos en soledad que hacen parte de un pasado ya lejano, Yeferson dice que, a pesar de todo, guarda los más gratos recuerdos de los momentos de amistad y camaradería compartidos con Marcela durante los años universitarios.
“Aunque nunca le dije nada de lo que sentía, por respeto a su relación sentimental, siempre albergaba la esperanza de que formaríamos una familia. En ese tiempo estuvimos tan cerca y al mismo tiempo tan lejos…”, recuerda él ahora.
Así, pues, el ingreso a la universidad forjó en ambos no solo los cimientos de una vida profesional exitosa, sino también de una vida familiar plena. Solo faltan los hijos, que irán llegando al hogar como fruto natural de una unión rebosante de amor, respeto, comprensión y solidaridad.